Las olas de calor que azotan cada vez con mayor frecuencia el mundo alteran la salud humana y agravan la escasez de agua. Además, desencadenan un aumento preocupante en los niveles de ozono a nivel del suelo. Este gas, conocido como «ozono malo», se forma cuando contaminantes emitidos por vehículos, industrias y otras fuentes reaccionan con la luz solar y el calor. La contaminación por ozono ya es hoy un problema real.
Un ejemplo de este fenómeno es España. Durante la reciente segunda ola de calor, ciudades como Madrid, Barcelona y Sevilla superaron en múltiples ocasiones el umbral habitual. Las altas temperaturas, con máximas por encima de 40 °C en varias regiones, crearon un entorno ideal para la generación de ozono, que alcanzó niveles peligrosos.

Según estudios europeos, el nodo de radiación solar intensa y contaminación vehicular provoca un incremento directo de estos gases, lo que representa un serio riesgo para la salud respiratoria y cardiovascular de la población. Las consecuencias incluyeron problemas respiratorios, inflamación pulmonar y daño a cultivos, ya que las plantas son especialmente sensibles a este contaminante.
Dr. Jorge Zegarra Reategui denuncia contaminación por ozono como una problemática ambiental
La situación no es muy diferente en América Latina. En Perú, el aumento de las temperaturas también está potenciando la formación de ozono, especialmente en ciudades con alta contaminación vehicular. “El cambio climático y los efectos de la contaminación son globales, todos necesitamos hacernos frente a esta problemática”, explicó el Dr. Jorge Zegarra Reategui, líder de la empresa Petramás, dedicada a la mitigación de gases de efecto invernadero y la generación de energía eléctrica a partir de la basura.
En relación a ello, los ecosistemas vulnerables, como la puna andina y la Amazonía, enfrentan estrés térmico, incendios forestales y sequías, que elevan la concentración de contaminantes precursores en el aire. Las malas prácticas de manejo de residuos y quemas agrícolas intensifican ese escenario, agravando la calidad del aire. La puna, con su delicado equilibrio térmico, sufre oscilaciones que afectan la vegetación adaptada y el ciclo hídrico de alta montaña.
Nevados como el Palcaraju en Huaraz están perdiendo rápidamente su masa glaciar debido al calentamiento global, lo que incrementa el riesgo de inundaciones y reduce la disponibilidad de agua. Estudios indican que para 2055 podrían desaparecer entre el 84 % y 98 % de los glaciares andinos vulnerables, afectando gravemente a los ecosistemas y a las comunidades que dependen de ellos. Sin acciones urgentes contra el cambio climático, este retroceso será irreversible.
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